Distancias principales
ACCESOS
Coloquialmente esta ciudad es apodada Medina Al-Ham'rá es decir, en árabe, «La Ciudad Roja» por el color de sus edificaciones y las tonalidades predominantes en el entorno. En cuanto al nombre Marrakesh tiene una posible etimología Bereber cuyo significado es Tierra de Dios. Ha dado el nombre al país, Marruecos, que es una deformación del nombre de la ciudad.El clima es mediterráneo seco. La temperatura media anual es de 19,2º C y oscila entre los 11,6º de enero y los 27,6º de julio. Son escasas las heladas y en cambio abundantes las elevadas temperaturas en verano, que todos los años superan los 40 °C en varias ocasiones. Las precipitaciones se concentran de octubre a mayo, muchas veces de forma torrencial.Enclavada en un paisaje hermosísimo, a los pies del gran Atlas, es uno de los centros turísticos más importantes del mundo islámico Un poco de HISTORIA.Su origen es bereber, aquí se encontraron las tribus del Alto Atlas, los magrebíes de las llanuras y los nómadas del desierto. Hacia el año 1060, se edificó una Kasbah, alrededor de la cual se construyó posteriormente una muralla. Poco a poco se benefició de los botines y de sus relaciones comerciales con la España musulmana, allí trabajaron artistas y arquitectos cordobeses. Se construyeron palacios, edificios públicos y canales, los famosos khettara, subterráneos para proveer de agua la ciudad y regar los palmerales.Tras una época floreciente para la ciudad, los almorávides cayeron en la decadencia siendo sustituidos por los almohades. Con éstos Marrakech adquirió supremacía, se construyeron más edificios y el comercio ascendió vertiginosamente, hubo un movimiento intelectual importante, en la corte se instalaron filósofos e intelectuales importantes, como Averroes, pero pronto nuevamente llegó la decadencia. Los benimerines trasladaron la capital a Fez, para posteriormente ser estos mismos desplazados por los alauitas. Muchos sultanes residieron en Marrakech, construyeron varios palacios como el de la Bahía. Posteriormente entraron las tropas francesas, se restauraron monumentos. En 1953, depusieron a Mohamed V. se revitalizó la medina y se construyó una ville noevelle (mas)Hoy en día es la ciudad imperial más visitada de Marruecos, capital del Sur en los confines del Sahara, entre las montañas y el desierto. Inspiradora de los cuentos de Las mil y una noches. Mágica, enigmática, cautivadora, misteriosa y al mismo tiempo tan abierta al mundo que el turista desde su llegada se siente del lugar. Hay que pasearla, observarla y sentirla, olerla y descubrirla, por que nunca se acaba. Es un espectáculo viviente y en cada momento diferente.Pero sobre todo Marrakech es su medina, sus monumentos, sus riads, contactar con su cultura, y arquitectura con influencias andaluzas bereberes y saharauis, pero donde realmente se contacta es en la emblemática plaza de Jemaa El Fna, febril y plena, alma de la ciudad, herencia de la humanidad.
VISITA DE LA MEDINA
Recorrido que nos llevará todo el tiempo que queramos, pues nunca se cansa uno de pasear por ella, aunque hoy en día esta algo desbordada por el ajetreo y las motos. Tiene varios zocos que se consideran los mejores de Marruecos, sus calles son un laberinto.
CIRCUITO I : MEDINA NORTE (PLANO I)
Empezamos el recorrido por el monumento más celebre de Marrakech y más fácil de loclalizar: la mezquita Kotubia. (A) (PL2-A). Rodeada por magníficos rosales, se encuentra en el interior de la Medina, cerca de la Bad Jedid (PL2-1). Se construyó en el siglo XII, junto a un edificio construido hacía poco, que luego se derrumbó en el siglo XVIII, y cogió el nombre del suk el Koutubiyyin (suk de los libreros) que antiguamente había en la zona. La mezquita es famosa sobre todo por su minarete de base cuadrada, que hizo construir Yacoub el Mansour a fines del siglo XII, que representó el modelo de referencia para la Giralda de Sevilla, y para la Torre Hasan en Rabat. La torre es el edificio más alto de Marrakech y con sus 77 metros de altura domina la Medina, pudiéndose ver a distancia cuando se llega a la ciudad. Hoy la silueta destaca desnuda de ladrillos, culminada con globos de bronce, pero antiguamente toda la superficie del minarete estaba cubierta de decoraciones de cerámica y estuco (los únicos fragmentos que se han conservado son los frisos de azulejos debajo del almenaje). En el interior, que no se puede visitar, hay una rampa ascendente, lo suficientemente amplia como para poder subir a caballo, que lleva a la cima, desde donde los muecines llaman a los fieles a la oración ritual cinco veces al día. Al oeste de la plaza se encuentran las ruinas de una gran mezquita, que hicieron construir los conquistadores almohadesEl centro neurálgico y emblemático de Marrakech es la plaza de Jema el Fna (B), o plaza del juicio final donde se ejecutaban las penas de muerte. Allí acuden juglares, teatreros, músicos, cuentacuentos adivinos, funanbulistas y toda una colección inimaginable que quiere atraer un público, principalmente marroquí, aquí se venden infinidad de objetos, nos hacen tatuajes de henna, o nos ofrecen agua los aguadores. A un lado de la plaza hay una hilera de puestos de restaurantes que al anochecer se iluminan. Esta plaza es en sí misma un espectáculo. Hay que recorrerla y vivirla. Se puede dedicar todo el tiempo que se quiera y se puede volver mil veces más a pasear por ella, o a sentarse en alguna de las terrazas de los lados a descansar y mirar. La medina se encuentra compartimentada en barrios gremiales.Salimos de Jemaa el-Fna atravesando la pequeña plaza de Bab Fteuh, dirección norte, por la calle Mouassine hasta llegar a la Gran Mezquita Mouassine(C), construida donde había una comunidad judía. Tiene 3 grandes puertas y un artesonado de madera de cedro muy vistoso. Continuamos por la calle Sidi el-Yamani hasta encontrarnos con Kubba el-Baadiyn (D), único testimonio de la arquitectura almorávide en la ciudad, redescubierta en 1948 tras unos trabajos arqueológicos. Es un pequeño complejo arquitectónico destinado a las abluciones y dependiente de la mezquita que lleva el mismo nombre. Tiene una suntuosa cúpula, el interior está adornado con decorativas inscripciones y motivos florarles arabescos.A escasos metros se encuentra la Mezquita Ben Youssef(E) que domina la plaza homonima, en medio de los suks que se extienden al norte de Jamaa el Fna. El edificio actual data del siglo XIX, pero en el mismo lugar se construyeron anteriormente, desde el siglo XII, otras dos versiones. Frente a la mezquita, en el interior de un recinto y más baja que el nivel de la calle, se encuentra la cúpula Ba’adiyn, la única estructura que quedó en la ciudad de tiempos de los almorávides, los fundadores de Marrakech. El interior está decorado con vivos motivos florales.En las cercanias está también la madrasa (escuela coránica) Ben Youssef (F), fundada en el siglo XIV y más tarde ampliada en diversas ocasiones. En funcionamiento hasta los años sesenta, más tarde fue restaurada y abierta al público. Se accede a un imponente patio sobriamente decorado con trabajos de estuco, madera de cedro con incrustaciones y azulejos, con un gran estanque en medio. Alrededor del patio, en dos niveles, se encuentran las habitaciones de los estudiantes y una sala de oraciones con una cúpula.Aledaño está el Museo de Marrakech (G). Inaugurado a fines de los años noventa en un palacio del siglo XIX meticulosamente restaurado, el museo se creó con el fin de tener una colección permanente de arte marroquí contemporáneo y organizar exposiciones y otros eventos culturales. Acoge también una preciosa colección de libros y caligrafía islámica y una recopilación de litografías y acuarelas de temas marroquíes.Continuamos el camino dirección este por las calles R. Zoauia Lakhdar, y R. Amsafah. Pasamos por delante del Mausoleo de Sidi el-Aziz (H) y llegamos al cruce con la R. Dar el Bacha. Seguimos por esta calle hasta el Palacio Dar el Bacha (o Dar el Glaoui) (G). Dar el Bacha significa "palacio del patrón", y era la residencia de uno de los personajes más célebres de la historia de Marrakech, el cruel Thami el Glaoui, que en la primera mitad del siglo XIX fue señor de la ciudad y de todo el Atlas meridional durante varias décadas. Aquí Thami el Glaoui tenía su corte y recibía a los huéspedes ilustres que le visitaban, entre los cuales estuvieron políticos occidentales como el inglés Churchill o el americano Roosevelt. El aspecto actual del palacio seguramente no está a la altura de su fama, alimentada por una serie infinita de anécdotas curiosas y subidas de tono, pero quedan bonitos patios interiores ricamente decorados en yeso, madera tallada y azulejos policrómicos.Continuamos hacia el sur por la R. Dar el Glaoui hasta completar el circuito.
CIRCUITO II: MEDINA SUR (PLANO II)
De nuevo iniciamos el recorrido desde la mezquita Kotubia. (A) continuando por la Av. Hoummam hacia el oeste para encontrarnos con el Hotel la Mamounia (B), uno de los hoteles con más glamour de Marruecos. Está situado junto a los muros de la medina y rodeado de un precioso jardín, fue desde sus comienzos sinónimo de lujo, distinción y glamour, y entre sus huéspedes siempre se encontraron celebridades del espectáculo, importantes políticos, artistas plásticos y escritores.
La historia de La Mamounia comenzó con sus jardines, que cuentan ya más de dos siglos de existencia. El entonces sultán Sidi Mohammed Ben Abdallah tenía por costumbre casar a sus hijos llegados a la mayoría de edad y regalarles una propiedad. Así, los nombres de sus cuatro hijos, Abdessalam, Moussa, Mamoun y Hassan fueron cada uno a su tiempo los nombres de los jardines, los arsats, que el rey les obsequiara. Las leyendas cuentan que Mamoun organizaba fastuosas fiestas en estos jardines; de aquellos tiempos se conservan un pequeño pabellón cuadrado, un riad adosado a los muros de la medina (hoy totalmente restaurado) y el diseño simple del parque, entonces poblado de olivares. Mamoun se marchó de Marrakech para ocupar el puesto de califa en Fes, donde falleció en 1786, pero su jardín siguió siendo igualmente uno de los más bellos de la ciudad.
En 1922, con la llegada de los franceses a Marrakech, se decidió la construcción de un hotel, cuyo diseño estuvo a cargo de los arquitectos Henri Prost y Antoine Marchisio. Por otro lado, el hotel estaba orientado a una clientela esencialmente europea, deseosa de un espacio de relax y alimentada por la literatura orientalista y los sueños exóticos... era entonces un imperativo mantener el ambiente tradicional marroquí en el lugar.
Primero fueron artistas como Delacroix o Matisse quienes manifestaron su interés por Marrakech y su devoción por la Mamounia; alrededor de 1929 llegaron las estrellas del music-hall: Edith Piaf, Maurice Chevalier, entre otros... Los cineastas también sucumbieron al hechizo de Marrakech y así llegaron realizadores franceses y norteamericanos: en 1930 se filmó Morocco, con Marlene Dietrich y Gary Cooper; en 1956, Alfred Hitchcock hizo de Marrakech y la Mamounia el escenario donde filmó El hombre que sabía demasiado, con Doris Day y James Stewart. Charles Chaplin visitó la ciudad en 1955 y fue cálidamente recibido en el hotel.
Pero no sólo artistas y personajes del espectáculo fueron atraídos por La Mamounia. En 1935, sir Winston Churchill visitó la ciudad y se enamoró de sus aromas y colores, tanto que regresaba a menudo para descansar, escribir y dar rienda suelta a su pasión por la pintura. "Es el lugar más encantador del mundo", le dijo a Franklin Roosevelt, invitándolo a venir. Y como él, muchas otras figuras del mundo político: Charles de Gaulle, los Reagan, Nelson Mandela... y así un largo etcétera.
Volvemos sobre nuestros pasos para tomar la R/ Sidfi Mimoun (sur). A nuestra derecha quedan las ruinas del antiguo Palacio Real (C). Si superamos la puerta Bab er-Rob (16), invadida por coloridas tiendas de lozas, podremos contemplar extramuros el mausoleo de Sidi es Soheyli (D), uno de los siete santos de la ciudad. Antes habremos dejado a nuestra izquierda la puerta Bab Agnaou (17) donde nace la R. de la Kasbah y que marca el acceso a la Kasbah (área fortificada en el interior de la Medina, en la cual se encuentra el Palacio Real). Es una de las puertas más bonitas de la ciudad, realizada en el siglo XII en piedra y no en ladrillos de tierra como el resto. Legamos a la preciosa Mezquita de El-Mansour (E) conocida popularmente como la Mezquita de las Manzanas de Oro porque se comenta que las bolas de la linterna de su minarete fueron fabricadas con las joyas de la esposa de Yacub el-Mansur. Un pasillo en la muralla permite la entrada a las Tumbas de los Príncipes Saadíes (F).
Las tumbas sagradas de los sultanes se encuentran junto al muro meridional de la mezquita, junto al Palacio Real. Durante siglos han representado un secreto bien guardado, que los occidentales desconocían totalmente. En los años veinte algunos oficiales franceses se dieron cuenta de que había algunos tejados verdes que sobresalían de los barrios más pobres. Indagaron entre la gente del lugar, obteniendo siempre evasivas, pero uno de ellos perseveró en su investigación hasta descubrir una callejuela escondida que llevaba a una minúscula puerta en arco. Una vez pasado su umbral, entró en un jardín y vio las tumbas que hasta entonces se habían mantenido escondidas a los infieles. Hoy las tumbas saadíes son uno de los lugares más visitado de la ciudad, pero para acceder a ellas se tiene que hacer todavía el mismo recorrido tortuoso. Muchas tumbas están decoradas con mosaicos variopintos. Las más monumentales son las de los pabellones construidos durante el reinado de Ahmed el Mansour, en la segunda mitad del siglo XVI.
Retrocedemos (norte) hasta alcanzar la R/Arlet el Maahl. Continuismos por esta calle (este) hasta encontrarnos con el Palacio Badi (G). Se edificó con gran lujo en la segunda mitad del siglo XVI durante el reinado del sultán Ahmed el Mansour. Las paredes y los techos estaban recubiertos de oro proveniente de Tombuctú, mítica ciudad de más allá del desierto conquistada por el sultán. Había paredes de mármol y piedras importadas de la India y grandes patios embellecidos con estanques y fuentes caudalosas. Además, el ambiente olía a flores y esencias exóticas. No obstante, sólo cien años más tarde ya estaba en ruinas, pues el nuevo señor de Marruecos, Moulay Ismail, despojó completamente el palacio y se llevó sus tesoros a su nueva capital, Meknés. Hoy, la grandeza del pasado se debe imaginar caminando entre imponentes ruinas. El patio principal es un inmenso espacio vacío delimitado por imponentes bastiones perforados, sobre los cuales han hecho sus nidos las cigüeñas. El gran estanque central está seco, pero diseminados por el entorno hay restos de mosaicos y columnas esculpidas. El lugar revive durante los grandes eventos, como los conciertos y espectáculos del Festival del Arte Popular y las proyecciones en una gran pantalla durante el Festival de Cine.
A sus espaldas se encuentra el Palacio Real (H). En la actualidad, el visitante no puede acceder a este increíble conjunto de edificios debido a que sigue siendo una de las residencias reales. Es una auténtica ciudad rodeada de muros en cuyo interior se encuentran numerosos jardines y patios, dos mezquitas, edificios variopintos, y el palacio en sí, con varias habitaciones decoradas al estilo europeo. Aunque la visita esté prohibida, si merece la pena pasear por el mechuar (patio de armas), para observar el conjunto desde fuera.
Este palacio está ubicado en el interior de la Mellah, antiguo barrio judío de la ciudad, que da a la muralla exterior del palacio Badi. En él hay una sinagoga y un gran cementerio, además de un mercado cubierto. Algunas de las casas del barrio tienen balcones que dan a la calle, una peculiaridad de los judíos de Marrakech. Su nombre, Mellah, un apelativo común a todos los barrios judíos de las ciudades marroquíes, significa "lugar de la sal", lo cual se remonta a la época del monopolio que los mercaderes judíos tenían del comercio de la sal que se extraía de las montañas del Atlas y que se utilizaba para conservar los alimentos. La comunidad judía de Marrakech tiene un origen muy antiguo. A principios del siglo XX contaba con unos 40.000 miembros, pero después de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual el rey Mohammed V rechazó aplicar las leyes antisemitas promulgadas por el gobierno francés colaboracionista de Vichy, la mayoría emigró a Francia, Estados Unidos o Israel o se trasladó a Casablanca. Actualmente quedan sólo algunos centenares de personas.
Nos desviamos a nuestra derecha para acceder al Palacio de la Bahía (I). En el lado norte de la Mellah, se encuentra este gran palacio, que tiene una extensión de 8 hectáreas de superficie y cuenta con más de 150 habitaciones. Fue mandado construir a fines del siglo XIX por un visir de la corte real. Los interiores están ricamente decorados en estilo tradicional, con mosaicos y detalles de madera de cedro tallada. Los patios son especialmente bonitos, con pequeños pero frondosos jardines, piscinas y fuentes. Una parte del edificio estaba reservada a las habitaciones de las 24 concubinas del visir, que también tenía cuatro esposas. Cuando murió, el sultán vació el palacio y se llevó los muebles y las alfombras a la residencia real.
Continuamos hacia el norte por la R/Riad Zitoun el-Jdid. Podemos visitar el Museo Tizkiwin (J). Este pequeño museo privado, que se halla en el palacio del antropólogo-coleccionista holandés Bert Flint, cuenta con una magnífica colección de cerámicas, alfombras, tejidos y ropas bereberes. Cada región del país está representada con sus productos artesanales más característicos.Y a continuación pasaremos por el Museo Dar si Said (K): Situado en un suntuoso palacio del siglo XIX, expone una rica colección de objetos de arte y artesanía tradicional del sur de Marrruecos, entre los cuales hay piezas de cobre, alfombras, ropas y joyas bereberes, piezas talladas de madera de cedro, puertas, persianas policromas y fragmentos de techos, además de un "minbar" , una especie de púlpito transportable, que había sido utilizado en la mezquita Kutubia. El museo fue construido en el siglo XII por artesanos de Córdoba y sus lados están adornados por unos mil paneles decorados.
Seguimos la R/RIAD Zitoun el-Jdid hasta alcanzar la Pl. Jemaa el-Fna (L) y dar por terminado este recorrido.
CIRCUITO III: JARDINES (PLANO III)
Marrakech está situada en un oasis, en una planicie fértil, pero sin ríos. Para regar sus plantas, los almorávides utilizaban una técnica llamada Khettara, usaban el agua del subsuelo construyendo galerías de drenaje. Los almohades desarrollaron la técnica y usaron las corrientes de los oasis construyendo canales de riego de barro seco desde el valle de Ourika (a 60 km.).Visitar los jardines de Marrakech es como abrir las puertas del paraíso, la fuerza y el sabor sensual de un oasis, el sonido del agua y las fuentes y la superficie cristalina de las piscinas acentúan el sentimiento de suavidad y frescura que transmiten los majestuosos árboles.
Jardín Majorelle: Lo realizó en los años treinta el pintor francés Jacques Majorelle alrededor de su taller. En los años sesenta la propiedad pasó al famoso estilista francés Yves Saint Laurent, que se hizo construir una nueva villa y abrió en el antiguo taller de Majoralle una exposición permanente de arte islámico e hizo recuperar el jardín inspirándose en un estilo sensual y lujurioso. Sus superficies de un intenso azul cobalto, el llamado blu majorelle, cierran un universo tropical superabundante de formas y colores, entre naranjos, plataneros, palmeras enanas, cactus y otras raras plantas, hibiscus, y rosales. Además, hay diversos riachuelos y estanques llenos de nenúfares, donde viven carpas y tortugas. Un lugar que puede encantar, como una extravagante creación de alta costura con la firma de Saint Laurent. Ciertamente, está a años luz del estilo minimal con influencias orientales que tiene cada vez más adeptos entre los decoradores y arquitectos que trabajan hoy en la ciudad.
La Menara: Son los jardines más célebres de la ciudad. Se encuentran fuera del centro urbano, cerca del aeropuerto, y están dominados por un gran estanque de agua central, de forma rectangular, habitado por grandes carpas, desde donde sale el sistema de irrigación. En su entorno crecen olivos y árboles frutales. Los jardines fueron proyectados en el siglo XII, en tiempos de la dinastía almohade, pero luego cayeron en la ruina, hasta que en el siglo XIX los monarcas alauitas pusieron en marcha un proyecto de recuperación. En 1869, el sultán Mohammed V hizo construir lo que hoy caracteriza el lugar: el pabellón con el tejado de tejas verdes que se encuentra junto al estanque, reflejándose en sus aguas.
Jardín de Agdal. El más antiguo de los jardines árabe-andalusíes (SXII), al sur del Palacio Real, tienen 3 Km de largo y más de 1 Km de ancho.
El jardín Harti. El único de este tamaño en el corazón de la ciudad, de gran belleza y buen gusto además tiene espacio parra los niños y paseos.
CIRCUITO IV: LOS ZOCOS (PLANO en CONSTRUCCIÓN)
Al norte de la plaza Jemaa el-Fna se encuentra el barrio de los suks (mercados o zocos). Las dos calles principales son Rue Semarine y Rue Mouassine; la primera es una sucesión ininterrumpida de pequeños bazares, mientras que la segunda es más tranquila y cuenta con un número creciente de lugares de calidad. Cada sección del souk lleva el nombre del principal tipo de mercancías que ofrece (vestidos, especias, pieles, babuchas, alfombras, lana, madera, vajillas, etc.) o de los talleres de los artesanos (tintoreros, carpinteros, herreros, etc.).
- Souk Haddadine o Zoco de los Herreros , dedicado a los artículos de madera y metal, es el primero que nos vamos a encontrar, muy cerca de la rue Mouassin.
- Souk de los curtidores al nordeste de la Medina que se extiende a lo largo de la calle Bab Debbagh, llamada así debido a que desemboca en la puerta que lleva ese mismo nombre (8).
- Souk de los caldereros junto a la Mezquita de Mouassin.
- Souk Smarine, dedicada a la venta de tejidos (chilabas, caftanes, etc), esta cubierta por un entramado de hierro y se bifurca unos 200 metros más adelante.
- Souk Larzal, dedicado a las lanas (en la plaza Rahba Redima),
- Souk el Btana (en la plaza Rahba Redima) que comercializa las pieles, aquí también están las farmacias y tiendas de cosméticos, donde encontraremos todo tipo de remedios.
- Souk de las alfombras ocupa el área del viejo mercado de los esclavos, el criée berbère, antigua almoneda bereber donde se vendían los esclavos traídos de otras partes de Africa.
- Souk Cherratine de objetos de metal.
- Souk de las Babouches para el calzado.
- Souk el Atrrin con sus aromáticos perfumes.
- Souk el Kebir, donde se encuentra el zoco para aquirir joyas.
- Souk de los tejedores en la R/ es Marine.
- Souk Attarin o de las Tenerías para fascinarse con los brillantes tintes y las madejas de lana colgadas en cañas de bambú para su secado.
- Souk Kissaria donde se puede comprar todo tipo de ropa.
- Souk de los Alfareros, muy cerca de la plaza de Yamaa el Fna, donde se pueden encontrar, las más bellas piezas de cerámica.