Un Hammam (Hammim), también conocido como baño árabe, baño turco o hamam, es una modalidad de baño de vapor que incluye limpiar el cuerpo y relajarse. Por extensión se denominan igualmente así, los edificios en los que estos se encontraban y cuya estructura respondía a las distintas estancias que precisa el proceso del baño. De su nombre en árabe al-ḥamma (الحمّة) derivan los topónimos españoles «Alhama» y los portugueses «Alfama».
Han desempeñado un importante papel en las culturas del Medio oriente como punto de reunión social, ritual de higiene y como elementos arquitectónicos. Los europeos los conocieron por sus contactos con los otomanos y en Europa oriental fueron populares durante la Era Victoriana.
Seguramente el origen de esta costumbre proviene de las recomendaciones del Islam sobre las preceptivas abluciones, ya que estas son entendidas tanto para limpieza del cuerpo como del espíritu ya que el agua en el mundo musulmán es un elemento fundamental, don divino que simboliza pureza y sabiduría.
En Marruecos, cada barrio tiene su hammam, generalmente está unido a un horno de pan y así comparten caldera y fuego. Normalmente son de hombres o de mujeres, pero también los hay mixtos, éstos tienen días o horas reservados de manera alterna o disponen de dos puertas una para hombres y otra para la entrada de las mujeres.
Estructura
El Hammam tradicional consta de tres cámaras: la sala fría, la tibia y la caliente. La fabricación de sus muros es muy sólida y muy gruesa para resistir la humedad y mantener el calor, sin más aberturas que las de las pequeñas puertas de comunicación entre las distintas salas. Habitualmente a este conjunto, o baño propiamente dicho, se añadía una sala con funciones de vestíbulo o lugar de reposo, además de los locales de servicio, como la sala de la caldera (en el subsuelo) y el depósito de leña.
- Sala fría: Es la primera sala, a la que se accede desde el vestíbulo. Es una estancia de paso hacia las otras salas. Suele disponer de letrinas y de un espacio para descansar y perder parte de la temperatura acumulada por el cuerpo antes de pasar a los vestuarios.
- Sala tibia: De la fría se accede a la sala tibia, donde la gente pasa la mayor parte del tiempo. Esta sala suele ser la dependencia de mayores dimensiones y dispone de fuentes o grifos de agua fría y caliente.
- Sala de agua caliente:Desde la sala tibia se entra a la caliente. El aire caliente producido por el fuego de la caldera se expande, a través de uno hipocausto o cámara de poca altura, bajo el piso de la sala, y después asciende por el interior de los muros que limitan con la sala templada a través de unas chimeneas denominadas calentadores. La sala caliente es la que define el baño de vapor. El pavimento está generalmente muy caliente, los bañistas vierten cubos de agua continuamente y se genera vapor. Después de pasar unos minutos en esta sala, los bañistas pasan a la sala tibia para darse los masajes y conversar.
En las medinas aún quedan en funcionamiento algún baño antiguo, de arquitectura tradicional, revestido por entero de zel-lig (azulejos) con una fuente central de agua. Los más modernos suelen ser más sencillos, aunque imitan a los antiguos. Están formados por tres salas correlativas en las que el bañista va pasando de manera paulatina a diferentes temperaturas ambientales. En la última estancia, la más calurosa, una pequeña alberca recibe un chorro de agua en ebullición junto a otra de agua fría, o bién dispone de grifos de agua caliente y fría para que el usuario llene un cubo con agua caliente mezclada con fría (a su gusto) y otro exclusivamente de agua fría.
Proceso del baño
Para un potencial usuario occidental es necesario recalcar que el hammam de barrio no es un spa, es un baño público, un lugar donde se acude para limpiarse el cuerpo así como para descansar y relacionarse. Por este motivo es aconsejable, cuando disponemos de tiempo, ir en las horas menos frecuentadas , normalmente antes del mediodia, de lunes a jueves. Es más cómodo y mas relajado, aunque menos auténtico.
Hay que llevar como elemento imprescindible una toalla de baño, como aconsejables unas chancletas, un bañador y una esterilla para el suelo y los útiles de aseo que consideremos necesarios (gel, champú, maquinilla de afeitar, etc.). Y llevar ropa de abrigo para después, si no queremos pillar un resfriado.
Al adquirir la entrada se puede comprar también el jabón (bildi) y una manopla áspera que se emplea para frotar el cuerpo; tenemos que indicar si deseamos la asistencia de una persona que nos ayude en el baño, nos dé los masajes y realice los estiramientos (Las tayabastes a las mujeres y los kiyassas a los hombres).
Después de cambiarnos y dejar la ropa en los vestuarios nos entregan dos cubos de plástico que utilizaremos para acarrear el agua. Atravesamos las salas fría y templada y nos adentramos en la última, la más calurosa. Llenamos los dos cubos. El cubo de agua caliente lo templamos a nuestro gusto con agua fría, vertemos agua sobre el suelo donde nos vayamos a tumbar y empezamos a acumular temperatura. Si nuestro cuerpo lo resiste nos tumbamos en el suelo. Tras unos minutos de descanso (10 está bien) nos vertemos el cubo de agua caliente para dilatar aún más los poros de la piel y después el cubo de agua fría para contraerlos y expulsar las toxinas. Este proceso se puede repetir si nos sentimos a gusto y no tenemos prisa.
Cuando deseemos dejar la sala caliente llenamos nuevamente los cubos y nos trasladamos a la segunda sala, la templada. Nuevamente vertemos agua caliente sobre el suelo y acto seguido nos embadurnamos con el jabón adquirido a la entrada. Nos aclaramos con agua caliente y después nuevamente con fría. Y procedemos a restregarnos todo el cuerpo con energía, con la manopla áspera, hasta que la piel enrojece. Nos aclaramos nuevamente con agua caliente y fría y, si no hemos contratado el masaje y estiramiento, nos trasladamos a la sala fría donde durante unos minutos el cuerpo va perdiendo temperatura.
Para realizar todo este proceso, sobre todo el enjabonado, vertido de agua y restregado de la piel es aconsejable hacerlo por parejas o bien solicitar la ayuda de los masajistas. Es aconsejable en nuestra primera visita a un hammam ir acompañado por alguien que conozca el ritual y nos ayuden a la hora de frotar el cuerpo o verter el agua. En su defecto solicitar, al adquirir la entrada, la ayuda del masajista.
Las mujeres acostumbran a embadurnarse con pócimas y remedios caseros, se depilan y se lavan el pelo usando una arcilla jabonosa disuelta en agua de rosas y azahar, y para teñirlo y sanearlo la tradicional henna, que después de llevar durante horas e incluso días en la cabeza acostumbran a quitarse durante su estancia en el hammam.
Sobre los masajes y estiramientos es preciso puntualizar que no son realizados por fisioterapeutas y que por tanto deben abstenerse aquellas personas con problemas de salud. Además, si no estamos acostumbrados, es necesario avisar de que no sean enérgicos en su aplicación. Cuando observemos por primera vez cómo realizan su trabajo con otros bañistas tendremos una buena idea de lo que estamos hablando.
Es aconsejable, si podemos, ir en días y horas de poca actividad. Los días de diario y por la mañana son los mejores. Preguntar en el hotel a los trabajadores y os podrán aconsejar y aclarar cualquier duda
En el fondo en el hammam se aprovecha la excusa de la higiene personal para lo que supone un placer relajante de tensiones y preocupaciones.